Tener unos conocimientos financieros básicos y aplicarlos en tu día a día es un aspecto clave a la hora de gestionar la economía doméstica. Este conocimiento te servirá no sólo para cumplir tus objetivos económicos y financieros a largo plazo, sino también para controlar tu situación en el día a día y asegurarte de tener una buena salud financiera, que evite dolores de cabeza en el futuro
El primer paso a la hora de gestionar la economía doméstica es tener una idea clara de cuál es la situación en la que nos encontramos. Para ello, existen diferentes herramientas que nos servirán para el análisis y el diagnóstico de nuestra salud financiera:
El primer y más básico análisis para analizar nuestra economía doméstica es un control de nuestros ingresos y gastos. Con ello, podremos categorizar nuestros gastos (hipoteca, alimentación, suministros, compras, ocio, créditos…) de manera que podamos conocer bien en que se va nuestro dinero. A continuación, tendremos que analizar estos gastos. Para ello, lo que haremos será clasificarlos en cuatro categorías:
Una vez tenemos clara la estructura de nuestros gastos, otra parte importante es alejarse y ver la foto “panorámica”. Para ello debemos calcular nuestro patrimonio a día de hoy. Se trata de hacerse preguntas acerca del valor de nuestros bienes y posesiones, por ejemplo: ¿Cuánto valen mi casa o mi coche a día de hoy? ¿Tengo algún objeto de valor que pueda haber aumentado su precio con el tiempo, como un cuadro o una joya?
Este tipo de preguntas te permitirán conocer el valor de tu patrimonio, una vez sumadas todas esas cantidades. Es importante recalcar que el valor de los bienes y posesiones es cambiante y puede subir o bajar, por lo que es conveniente hacer este ejercicio periódicamente.
Una herramienta muy importante en el ámbito empresarial y que nos puede ser útil a la hora de conocer nuestra situación financiera es el balance general. En él plasmaremos nuestros activos (bienes, posesiones y activos financieros como acciones y saldo en cuentas) y nuestro pasivo, o nuestras deudas a corto, medio y largo plazo.
Básicamente, si nuestro activo y nuestro pasivo no coinciden, malo. O hemos hecho mal el balance, o tenemos un problema financiero importante.
Por ejemplo, si el restante que debemos de hipoteca y el valor de venta de nuestra vivienda sale negativo (la vivienda vale menos que el dinero que todavía debemos), será un momento de plantearse si mantener esa posesión beneficia nuestra economía doméstica o se ha convertido en un lastre con los años.
Para asegurarnos de tener una buena salud financiera, es conveniente hacerse preguntas:
Una vez tenemos clara nuestra situación financiera, el siguiente paso será buscar una meta o un objetivo a cumplir. Ésta puede ser a medio, corto o largo plazo, y probablemente esté muy influenciada por las conclusiones de nuestro análisis. Es por eso que la toma de decisiones y el seguimiento rutinario son tan importantes a la hora de afrontar la gestión de la economía doméstica: porque si no la dominamos nosotros, acabará dominando ella nuestra vida.